Una tragedia sin precedentes ha azotado al pueblo japones. La fuerza de la naturaleza ha vuelto a expresar su furia arrasando con pueblos enteros. Para agravar la situación, la existencia de 50 plantas nucleares y las posibilidades de explosión se une a la fuerza devastadora del terremoto y el tsunami. Si algo nos ha enseñado esta catástrofe es el nivel de preparación y organización de la nación nipona para enfrentar estas calamidades. Vimos a gente tranquila, afrontando con entereza los primeros momentos críticos del temblor. Luego, la organización con provisiones de mantas, almohadas. Lamentablemente, la destrucción fue demasiado grande y ahora se enfrenta la contabilización de las cifras de muertos, desaparecidos, carencia de alimentos y servicios básicos. Fuerza a los hermanos japoneses, desde nuestra organización comunitaria deseamos que superen con sabiduría y paciencia esta nueva calamidad, así como lo hicieron en 1945 cuando fueron blanco del criminal bombardeo atómico ejecutado por EE.UU. en Hiroshima y Nagasaki.
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